En el diario no hablaban de ti / Pablo Marchetti
Está claro que los
diarios argentinos plantean dos relatos; dos países, complementarios y
funcionales uno al otro.
Está claro que los diarios
argentinos plantean dos relatos; dos países, complementarios y funcionales uno
al otro. Por un lado, el de Clarín y La Nación, con todo el fuego de la oposición más
rancia, con espasmódicos guiños a lo que sea que se oponga al Gobierno (no
importa si se trata de Moyano, de Scioli o del Partido Obrero), pero con el
rumbo marcado por los sectores más concentrados del poder económico, esos que
por el momento apoyan al Gobierno porque saben que no afecta grandes intereses,
pero preferirían otra cosa, porque las formas hay que mantenerlas siempre.
Por el otro lado está al
Gobierno, que también tiene un doble discurso alevoso: alianza con los sectores
más concentrados de poder y guiños a un sector nacanpop de clase media
intelectual que maneja el relato (la cosmética del relato), fundamentalmente a
través de Página 12 y de Tiempo Argentino. Con el odio de los sectores más
retrógrados como principal argumento para apostar al mal menor que, creen,
ofrece el oficialismo. Y allí van, montados sobre el axioma de Jorge Rivas, ese
de “lo mejor que tiene el Gobierno son sus enemigos”.
Hay días en que para
rastrear la existencia de esos dos relatos, de esos dos países, hay que indagar
un poco en ciertas sutilezas. Y hay otros en que esos dos relatos son tan
obvios que sólo hace falta enunciar un par de títulos de tapa de los diarios
para que todo quede al descubierto. Ayer (jueves 14-6-2012) fue uno de esos
días especialmente obvios y especialmente ilustrativos sobre la existencia de
este doble relato.
Primero hay que poner en
contexto qué sucedía en el país, cuáles eran las noticias. Casualmente, las
noticias eran dos: por un lado, que al día siguiente de que la presidenta
Cristina Fernández anunciara un importante Plan de Viviendas, hubo, en apenas
24 horas, 300 mil personas que iniciaron el trámite para conseguir una casa. Y
que 65 mil personas ya tenían turno otorgado por el Anses.
La otra noticia del día fue
un pronunciamiento de la
Corte Suprema, reclamando al Gobierno una explicación sobre cómo
se usa la plata de los jubilados. O sea, los fondos del Anses, que serán con
los que se financiará el plan de viviendas Procrear.
Las dos noticias son
igualmente importantes. Eso es lo que pensaría cualquier periodista de oficio
que intentara hacer bien su laburo. Inclusive ambas noticias encierran una
paradoja: ni la supuestamente más oficialista es del oficialista, ni la
supuestamente opositora es del todo opositora.
La masiva inscripción en el
Anses puede ser leído por el oficialismo como un masivo apoyo a la iniciativa
oficial. Pero también desnuda las carencias en un tema vital para la población,
por parte de un Gobierno que lleva ya 9 años. No es que asumió ayer, ni hace
unos meses, ni siquiera un par de años. La situación de la vivienda es desesperante
y por más buena que resulte el plan Procrear, lo cierto es que hasta el momento
se había hecho poco y nada.
En cuanto a las críticas de la Corte Suprema, el
asunto es bien interesante. Porque la
Corte cuestiona y pone el dedo en la llaga en el problema
real del asunto. Preguntarse “¿qué pasa con la plata del Anses?” es preguntarse
también si no hay otras formas de financiar un plan que, a priori, parece
beneficioso para los sectores más vulnerables. O sea, todo bien con las
viviendas para pobres pero, ¿era necesario que las financien los jubilados?
Perdón por la obviedad, pero, ¿no era mejor gravar la renta financiera?
Sin embargo, podría
argumentarse desde el oficialismo que las críticas de la Corte, aunque incómodas, no
son más que la prueba de que esta Corte es una Corte independiente. Que los
argumentos de la oposición mediática sobre la falta de libertad, y de presentar
al Gobierno como una cuasi dictadura son de un delirio total. Porque uno de las
grandes medidas del oficialismo fue haber nombrado a esta Corte que critica.
Por supuesto que nada de
esto sucedió en la tapa de los diarios, que no andan para sutilezas y todo el
tiempo parecen dispuestos a cerrar filas con el trazo grueso. Y todo
transcurrió por los carriles de la obviedad (y la consecuente afrenta al
periodismo) a la que los diarios nos tienen acostumbrados últimamente: Clarín y
La Nación
pusieron en tapa el reclamo de la
Corte, y Página y Tiempo fueron con el boom de inscriptos
para solicitar los créditos. Y cada uno obvió la otra noticia, ni siquiera la
incluyó, más pequeña o como un recuadro.
Estas dos noticias parecen
llevar a la conclusión de que para entender la realidad política argentina hay
que hacer un balance entre lo que publican cuatro diarios de alcance nacional.
Pero no. Hace diez días, en Loncopué, Neuquén, sucedió algo que, modestamente,
me atrevería a considerar como la noticia política más importante de los
últimos meses.
En Loncopué se realizó el
primer plebiscito vinculante sobre megaminería. Y el 85 por ciento del padrón
votó en contra de la actividad minera a cielo abierto y con cianuro. Tan
aplastante fue el triunfo que el intendente del Movimiento Popular Neuquino
apoyó el voto antiminero, contradiciendo lo que opina su partido a nivel
provincial. Lo mismo ocurrió con el Frente para la Victoria y la Unión Cívica Radical.
Como había sucedido en
Andalgalá, los dirigentes locales saben que si no apoyan lo que exige la
mayoría, el reclamo popular se los lleva puestos. El resultado de Loncopué
sirve, además, para recordar que existe un mecanismo de participación popular
(el referéndum) que podría usarse para montones de medidas, sobre todo con las
que tienen que ver con el manejo de los recursos públicos, como impuestos, sin
ir más lejos.
Es cierto que el Gobierno
obtuvo el 54 por ciento en diciembre y el triunfo es inobjetable pero, ¿no es
probable que haya mucha gente que votó a Cristina pero está en contra de la
megaminería, de rociar los campos con glifosato o de instalar una base militar
norteamericana en el Chaco? Lo más curioso es que la noticia de Loncopué pasó
inadvertida para los diarios de alcance nacional. Tanto para los opositores
como para los oficialistas.
Bienvenidos a la Argentina. Un país
donde lo que importa no es el balance entre la mitad a medias que cuentan tanto
los grupos mediáticos tradicionales de posición dominante, como los grupos
mediáticos oficialistas de posición expectante. No, definitivamente, lo que
realmente importa en el país es eso que no es importante para los diarios. Ni
para unos ni para otros.
Fuente: isepci.org.ar